Serpentean
los caminos
con destino inacabado
en el eco invisible
de los trinos
de diciembre.
Estalla
la serena transparencia
inmemorial
en los ingrávidos
castillos
vegetales.
Trepa el sol,
y la luz
por el rotundo y fragoroso sesgo
de los tallos
enlaza con la vida
aún en el ocaso
y la tormenta.
Hélice
evasiva y contundente
se aloja y permanece
en el recuerdo…
Y llega el son
lejano
de una tarde
bajo este mismo cielo,
sin temores,
sin desdenes,
tú y yo
en la alfombra
embalsamada de este parque
que rezuma,
como ayer,
aroma de eucalipto.
Silvia Piccoli