miércoles, 31 de agosto de 2011

Tango


El bandoneón convoca al silencio. Y el silencio llora.
En el rincón más oscuro, él aplasta la colilla y se enfrenta al círculo de luz como quien acata un desafío. Ella acaba de entrar, los ojos clavados en su nuca, el escote impiadoso, la boca sin límites.
Se acercan despacio, sometidos por lo inevitable. Y cuando sus destinos se enredan en el rastro de fuego, todo vuelve a empezar.

(Escuchando Oblivion, de Astor Piazolla)
Silvia Piccoli – 31 de agosto de 2011

martes, 30 de agosto de 2011

Tu retrato

No me miras, pero imagino que tal vez me estés pensando. Muy cerca de tu mano el pocillo de café y un aire como de soledad, que no llega a ser melancolía.
Nunca estaré en ese lugar. Jamás caminaré contigo entre esas mesas oscuras. No me contarás al oído tus pensamientos de esa tarde inmóvil tan lejos, tan ajena.
Quise un presente contigo. Pero ni estoy en tu pasado ni ha de pertenecerme tu futuro. Quise una noche de tu mano por alguna callejuela, unas copas de vino rojo y alguna confidencia bajo las estrellas de otro cielo.
Quise una lámpara prodigiosa que me otorgara un deseo, al menos uno…  No he tenido siquiera un recodo de tus sueños.
Quise una imagen de tus ojos fijos en los míos. Y también un beso.
Aunque tu retrato no me mira, yo te miro. Y es suficiente.

Silvia Piccoli 

viernes, 26 de agosto de 2011

Laberintos

En la Ciudad de las Piedras Infinitas
medran los muertos que trazan laberintos
y planifican los meandros
                de la Historia.

Reina en ese mundo
entre la tierra y la nada
                la extrema soledad,
y proliferan las aves agoreras
                y las serpientes policéfalas
                de la desmemoria.

Cruzo el umbral…

Y las raíces y las sombras
entretejen sus hebras tenebrosas
bajo el puente de cristal
                y la esfera interminable
                de las constelaciones.

Llegar al centro…
Al otro lado,
                al sitio donde todo se olvida
y renace de la muerte
para intentar el retorno infinito al idéntico lugar
                y ser ausencia
                y otra vez,
                               incertidumbre.

Y el terror de otro día
                subrepticiamente arrancado a la vida,
                               sin respuestas.

Silvia Piccoli – Febrero 2011

miércoles, 17 de agosto de 2011

El Aludido

Mientras él cabalgaba desfaciendo entuertos, abatiendo gigantes, enamorando doncellas, desdeñando riquezas, liberando rehenes e  imponiendo justos gobiernos,  la fama de su nombre y sus proezas despertaba los vivaques, llamaba al asombro, provocaba émulos, saltaba fosos, escalaba murallas, zarpaba en los bajeles hacia los cuatro puntos cardinales, regresaba desde puertos aún innominados en las cartas de marear, interrumpía el secreto de los claustros y se iba a germinar, callada y expectante, bajo la hierba de un campo donde un día se libraría una batalla, en los alrededores del golfo de Lepanto.

Silvia Piccoli - Agosto 2011

lunes, 15 de agosto de 2011

Ubicua

Ni en tus ojos.
Ni en tu boca.

He de dormir a la vera de tu ombligo,
de tu lago de sal,
de tu cadencia,
de tu sueño interrumpido…

y seré ardor,
reminiscencia
de lo que nunca será,
ni es
ni hemos sido.

Vengo de resarcirme de tu ausencia,
de los siglos
de caricias acunadas en tus grietas
de perpetua soledad,
de tus palabras
en carrousel
inasequible…

Tiempo y contratiempo
prohibido,
música y fantasmas.

Quiero encarnar
en ese mínimo rincón de tu deseo,
donde no será este amor,
donde nunca,
nada…

Silvia Piccoli