En la Ciudad de las Piedras Infinitas
medran los muertos que trazan laberintos
y planifican los meandros
de la Historia.
Reina en ese mundo
entre la tierra y la nada
la extrema soledad,
y proliferan las aves agoreras
y las serpientes policéfalas
de la desmemoria.
Cruzo el umbral…
Y las raíces y las sombras
entretejen sus hebras tenebrosas
bajo el puente de cristal
y la esfera interminable
de las constelaciones.
Llegar al centro…
Al otro lado,
al sitio donde todo se olvida
y renace de la muerte
para intentar el retorno infinito al idéntico lugar
y ser ausencia
y otra vez,
incertidumbre.
Y el terror de otro día
subrepticiamente arrancado a la vida,
sin respuestas.
Silvia Piccoli – Febrero 2011
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