miércoles, 8 de febrero de 2012

Migración


Qué más da:
ni palabras indemnes
ni promesas
esquinadas a los sueños,
ni pájaros azules
ni eco de hadas…

Que las palabras
no se hicieron carne:
la traición ha sido
inevitable,
y los cristales
ensañaron sus aristas
hasta tatuarme lágrimas

-no hay brindis
no habrá vino
ni buenos deseos-

Y en cuanto a los pájaros…
¡Ah, los pájaros!
Anidados más allá del cielo,
calados en el terror
de la tormenta,
despojados,
han vuelto
fieles al llamado del mismo sueño
detenido
en la ventana.

Silvia Piccoli

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