me estoy yendo
y no hay indicios de tormenta
el muelle queda
atrás
tan dulcemente
y el cielo un eterno mar
y el mar
una promesa
un manto unánime
de peces
y de constelaciones
un abrigo sin prisa
el viento un pasajero oscuro
arrastra las historias de otros
navegantes malogrados
en fantasías y sirenas
pero lleva también
fragmentos y recuerdos
se derrama la soledad
en la espuma
entre las algas y la arena
(quien pudiera
ser barco para ir
y luego no ser
sino sólo la bruma
la sal
el viento
la partida…)
Silvia Piccoli – Octubre de 2012
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