huele montuno
el territorio entre tu
ombligo
y las promesas
y yo me interno
por allí,
por su corriente densa
me amarro al tibio
desayuno
que prepara mi deseo
a la fiesta de tu boca
y me enredo entre la hiedra
que se adhiere
en hebras invisibles
a tu espalda
y soy:
sólo soy
en la medida embelesada
de tus despertares
Silvia Piccoli - Noviembre 2012
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