martes, 10 de diciembre de 2013

Sonoridades

qué tienen los nombres
arcanos
que tiembla el río mudo de mis venas

(yo quise
un nombre-topónimo)

vino el mío en alas de barcos y crestas aventadas
pero yo quise
que fuera raíz
y atávico latido

corteza desafiante
y peces blancos

vainas cobrizas
y salitral en llamas
y todo eso que se dice en lenguas
milenarias

mudo mi nombre
exótico de extranjería
ante el apelativo raigal que retoña en estas soledades

pero no:

no encuentro el modo de desbancar estas acequias por las que mana
mi grito
en el anagrama ancestral
de
Abya Yala

Silvia Piccoli – 10 de diciembre de 2013


sábado, 23 de noviembre de 2013

días


que si mis gatos duermen sobre mis libros
y entre el follaje centenario
los pájaros anidan otra temporada

que si siguen viniendo las hormigas
y el rocío pinta de nácar el borde de la fuente

que si el compás elemental que eleva tu pecho mientras duermes
es la primera música
del día

que si acepto
y me entrego
y no desisto

ha de empezar la Rueda
otro círculo
imprevisible

soy apenas un punto entre los infinitos

Silvia Piccoli – 23 de noviembre de 2013


lunes, 11 de noviembre de 2013

sinsentido

desde temprano me cerca
el rugido del martillo hidráulico
contra la capa de cemento

y las bocinas disgustadas porque
no atinan a diluir su estúpida materialidad
ni alzar el vuelo

desde alguna esquina insiste una sirena
arrecian ruidos y metales
y desfallece el silencio

los pájaros no entienden si han equivocado
la estación
o si han penetrado inadvertidamente
en el infierno

todos pujan
por nacer a la sórdida prisa de un lunes de noviembre

(en algún lugar que no conozco
un hombre llora
por su niño ahogado

y una mujer que apenas ha vivido veinte años
destroza su corazón
contra la capa de cemento)


Silvia Piccoli – 11 noviembre 2013

lunes, 28 de octubre de 2013

Perfecto

un día perfecto
debería
no tener relojes

debería
despuntar siempre entre tus dedos
y (des)vestir(nos)
de libertades ensoñadas

debería
transcurrir sin apuro por nimiedades
por la gota de vino
y el último rastro de jazmines
en el aire manso de la madrugada

debería
ser cómplice de los secretos musitados
y de las bandadas
y de los insectos blandos que transitan
otros mundos

debería tener el color
el sabor
la maravilla
de lo inesperado

y
no huir
cobarde y cabizbajo
entre tanta miseria desbordada
en el
entretiempo

Silvia Piccoli – 28 de octubre de 2013


sábado, 19 de octubre de 2013

Appuntamento

esperarla

(cuánta asimetría)

en la esquina
en una grieta de la soledad
en la encrucijada
en el sofá

bajo el estruendo de neón
sobre la sal
o entre las sábanas

antes del amor
o después

o sin amor

en el solsticio de verano
o en el rumor de la hojarasca

por la puerta principal
por un atajo
o desde el sótano

en el sueño
junto a la lámpara

en el insomnio
o en el camino de las rosas

no lo sé

pero en cambio

Ella
aguarda

porque tiene desde siempre apuntado el instante preciso
de su cita
con
mi vida


Silvia Piccoli – Octubre de 2013

miércoles, 24 de julio de 2013

Certidumbre

Estaré desnuda cuando tu sonido
me atraviese.

No quiero ser mujer de blanco,
ni que un sombrero
opaque  lo que quede del pasado.

No llevaré los guantes de las caricias púdicas
ni las enaguas almidonadas
de alucinaciones
y recatos.

Te esperaré desnuda,
tibia y franca desde mis cicatrices infinitas,
las que puedas ver y tocar
y las que he guardado
nuevas
para que las descubras
pausado
y sorprendido.

Estaré de pie.

No importa si los años han quitado los velos
que urdió la cobardía
alrededor de mis hombros.

Sé que tomarás mis miedos
y uno a uno
los tornarás palomas.

Sé que harás de mis sueños
laberinto
y atalaya.

No pido más.
Ni tengo más que mi tristeza antigua
para amarte.

Vengo de esperar
tanto tiempo
que temí que la muerte llegara antes
que la hora de esta intrépida aventura
en el silencio,
en la que los dos
con los dedos sabios y los ojos serenos
nos
adentramos.


Silvia Piccoli – 24 julio 2013

miércoles, 26 de junio de 2013

después de la lluvia

después de la lluvia
es más
pobre
la pobreza

después de la lluvia
brillan las hojas nuevas
los esmaltes nuevos
los zapatos nuevos

y se desmoronan vidas allá en las orillas
chapa y lona
bolsa negra
cartón
–mojado cartón deshecho
entre sueños abortados

después de la lluvia
salen los gusanos del submundo
por las grietas que
la calle
estrena

famélicos gusanos
que
devoran ilusiones blancas
dejan rastros de perfidia
y
un ansia voraz de entendimiento
con la muerte y el estrago

después de la lluvia salen
las señoras rubias con sus cabelleras lacias
a lucir sus botas de reptil
y sus paraguas

y los señores gordos
de bigotes
a comentar
qué ciudad tan sucia
y estos chicos sucios
y esta gente sucia
que ensucia este paisaje urbano
hasta cuándo, dígame…

después de la lluvia
la pobreza
tiene más hambre
más frío
más ganas de clavar el diente en tanta vana
hipocresía
derramada
junto con tanta agua
venida en maldición
en andanada natural e imprevista

lástima
que el agua haya nacido limpia

y al llegar al suelo sea barro

sumido en  las alcantarillas

con toda
esa
resaca



Silvia Piccoli – 25 de junio de 2013

martes, 21 de mayo de 2013

estigma


dicen que viene otra vez
-sí, dicen…

es hasta probable que no venga envuelto en humos
ni en retintines
ni en silbatos

pero si viene
ha de venir con él la muerte,
ésa que tiene sombra de árboles
y sangre de brazos y de espaldas
y los pulmones huecos

“fantas+pesos”
-dijo Marcelo

fantas+pesos
llevándose los nudos de lo que late en cada pecho

por monedas
por cemento
por vidrieras
por luces de ciudad irrumpiendo en el monte

acechando con serpientes solitarias
para que aniden
unos cuantos privilegios

la pucha
por qué ha de ser que
esta tierra sigue amaneciendo
maldecida

y cuando cae la tarde
se aprovechan de sus huesos los caranchos
en generaciones distintas
inacabables botas sucias
desfilando
por la cinta
asfáltica:

hasta cuándo,
hasta cuándo
¡hasta cuándo!

Silvia Piccoli – 21 mayo 2013
La imagen pertenece a la serie "Sombras Abatidas" de Gustavo Tarchini

martes, 16 de abril de 2013

requiescat


quiso causarle un dolor
y se provocó la muerte.

el pedestal de hielo
ahora
sumiéndose a sus pies

las luminarias y los espejuelos
ahora
lamparitas mustias
en algún ignoto escaparate

los lauros y los cirios
ahora
en ceniza
candidata a polvareda

y el obsceno engolado en saco oscuro
-ahora
sin un recuerdo,
oscuro maniquí
fantoche de sí mismo.

sin paz.
sin memoria.
sin poesía.

Silvia Piccoli – Abril de 2013

miércoles, 27 de marzo de 2013

Albur


Ya te fuiste.
Ya hizo el viento con tu estampa
lo que suele hacer con las dunas.

Habrá que confiar ahora
en que la lluvia
tizne de amalgama cada brizna de hierba
para que renazcas
en su carnadura.

Habrá que esperar que vuelvan
los halcones
a merodear las cimas
y las cigüeñas descansen en los campanarios.

Es posible que no haya
próxima vez,
que ésta sea la definitiva muerte.

Habrá que ver
si el amor
se atreve a esta partida.

Silvia Piccoli – Marzo de 2013

jueves, 14 de marzo de 2013

Campanario


Sólo cuando tañen dejan
de estar tan solas.
Y por eso tañen.

Frías y mudas,
todo lo ven y todo lo recuerdan

(todo lo vieron ya y lo verán mañana,
aun cuando el empedrado
y las novias
y las palomas sean
humo y viento).

Convocan y
destruyen la tarde susceptible.
Llaman a gloria cuando no existe gloria
y a difuntos
cada vez que a los vivos se les antoja
recordarlos.

Los ecos
ansiosos dibujan espirales
y nubes
en las que nadie anida,
y mueren en algún sitio conocido sólo
por esos seres  improbables
que una vez un hombre
quiso llamar ángeles.

Que callen las campanas:

ni muertos
ni liturgias
ni penitencias
ni esponsales
sustituyen el susurro imponderable
del silencio.

Silvia Piccoli – Marzo 2013

martes, 12 de marzo de 2013

esencia


ser desventura
ser eso que no puede desasirse de los sueños
ser sombra y anochecer y estrella
ser pluma y ser el viento

ser desnuda en tu memoria
ser viva y ser desierto
ser palabra que descubras enredada en las líneas de tu mano
ser tu piel y tu sed
ser la flor dormida entre tus papeles viejos

ser ausente, infatigable
ser flama y mar y tierra inundada por la lluvia pasajera
ser pájaro en tu huerto y ser misterio

ser lo que no soy
lo que no fui
lo que no quieras

ser yo para
ser tuya -y no.
y ser toda otra.
y no ser ésta

Silvia Piccoli – 12 marzo 2013 

jueves, 14 de febrero de 2013

Un desnudo


“un hombre desnudo no es más que un hombre desnudo”
Julio Cortázar


No puede usted saber,
Cortázar
del vértigo ni de la prisa:
dedicado como ha sido al cuerpo desnudo
de una mujer desnuda,
como se ocuparon Benedetti, Galeano y otros grandes
antes o
después
-qué más da.

No diga,
Julio,
no diga “no es más que”:
pues sin dudarlo
yo diría que usted,
desnudo,
es menos civilizadamente Julio
y más genuinamente Cortázar,
tal y como
la posteridad hoy prefiere recordarlo.

Y sólo piense, por caso,
cómo cada vez ha sido usted
algo más
que un hombre desnudo
cuando, con la mujer desnuda junto a usted,
no sólo hacía de ella algo más
que un cuerpo de mujer desnuda:

también urdía 
el paño de su propia eternidad
en el humo errátil del insustituible cigarrillo
enredándose en las trampas de sus dedos
desnudos,
en el musgo revuelto de su pecho
en volutas confundidas
con alguno que otro
sueño.

Hablo de ese cuerpo de hombre,
Cortázar –o Julio.

Hablo de un cuerpo en ciernes,
de una llave,
de un oscuro territorio de preguntas.

Hablo del precipicio y del estruendo,
del bosque de mala fama en el que
decidió Caperucita traspapelar su inexperiencia.

Hablo de la tela portentosa que envuelve
los desvelos y las charlas demoradas,
de las columnas inconmovibles que apuntalan una búsqueda,
de un rumor de cascada contenida en un cofre de terciopelo y mora,
de jazmín y ámbar.

No es sólo un hombre
desnudo
el hombre que desnudo ocupa el otro lado de mi cama.

Es el hombre por sí,
el padre de mi cuerpo
que sin su desnudez sería una laguna tan menguada,
una luna desasida en el relumbre,
la rubia soledad de la duna entumecida.

Hablo del que hoy hace de su cuerpo
herramienta de carne que me tañe,
y hace posible que me encuentre
en este cuerpo
desnudo
con talla de mujer.

Silvia Piccoli – febrero 14, 2013 

miércoles, 30 de enero de 2013

eva


alguien
te mintió
(no ha sido la serpiente)

alguien te nombró estigma
de sangre y ciclos y delito
(no ha sido la manzana)

alguien segregó a tus hijos
desde el refugio sedoso de tu vientre
(no ha sido el hombre)

alguien
te hizo inmortal:
no ha sido el dios

Silvia Piccoli – Enero 2013  

martes, 29 de enero de 2013

Penélope


confió a las arañas
la urdimbre densa
y la rueca
de la espera

es que ha cambiado el rumbo
de los vientos:
la veleta
señala deriva

los perros han envejecido y han
olvidado su olor y su contorno

el niño
mudó su entalladura:
sólo corre al encuentro de sí mismo

los rivales que desafiaban el dardo
infalible
son amigables y solícitos
auxilios

sueños huérfanos se agostan
al principio
del verano

(¿por qué estación transita tu hemisferio?

tantas palabras
tantas palabras
tantas
y
tan
inútiles
palabras

estoy siendo en la medida de tus huellas:

el amor es la suprema asimetría).

Silvia Piccoli

sábado, 26 de enero de 2013

Atemporal (Soneto III)


No recuerdas la noche ni el instante,
ni la luz, ni el lugar, ni las palabras,
ni el motivo, ni las gentes, ni el detalle
del aire inmóvil y la luna clara.

Ni recuerdas que en tus ojos turbios
brilló un destello feroz de puñalada,
ni que mi mano se durmió un segundo
cobijada entre tus manos, lánguida.

Fue un momento fugaz, imperceptible
para el mundo que más allá rodaba
su rutina de tedio previsible:

una partícula de tiempo postergada
en el vaivén de un reloj irreversible
en que mi alma se encadenó a tu alma.

Silvia Piccoli - 2010

jueves, 24 de enero de 2013


sabes
que cada palabra que pronuncias
desata
la tormenta
y que el silencio de ti
madura el cataclismo

qué ha de ser de mí,
sitiada
entre tu foso y tu muralla inexpugnable

atada a las almenas breves de un suspiro
que agrieta la rutina de estas horas
y vuelve cieloinfierno
tenebroso
y expandido
este mundo encapsulado en imposibles

has entendido
¡al fin!
que cada letra que sangro es por tu causa;

que ofreces más dolor
diciendo que callando;

que sangro
sin embargo
en tu silencio

y sangro
también
en tu palabra:

mas en ceniza y aridez
retorno otra vez al punto en que te amo.

Y
empecinadamente
resucito…

Silvia Piccoli – Enero 2013